miércoles, 18 de junio de 2008

Ayudando a los niños a combatir sus miedos

Los miedos son una parte normal del desarrollo y son esenciales para los seres humanos. Sin miedo, no nos apartaríamos del fuego, de los precipicios o de alguien con una pistola. En general, los seres humanos tenemos miedo a lo desconocido y potencialmente peligroso. A medida que nos hacemos mayores, esto disminuye pero si pensamos en todas las cosas que pueden ser desconocidas y peligrosas para un niño(a) en edad preescolar empezaremos a entender porque pueden tener tantos miedos. Algunos miedos comunes son el miedo a la oscuridad, a animales, a los payasos o personajes disfrazados, a estar solos, etc. Además durante los años preescolares, los niños tienen una imaginación muy activa y continúan teniendo dificultad separando lo real de lo imaginario, aumentando así las posibles fuentes de miedos.

Demuéstrale que le entiendes Para ayudar a nuestros pequeños a combatir sus miedos, hemos de demostrarles que les entendemos. En vez de desmentir sus miedos y decirles que no son nada, probemos de ponernos en su piel y demostrémosles que comprendemos cómo se sienten; “veo que estás muy asustado cuando cerramos la luz, sé que puede asustar mucho verlo todo a oscuras.”

Ayúdale a explorar sus miedos Evita negar sus miedos (“esto no es nada”), y prueba de comprenderlos. Podemos hacerles preguntas para ver qué es exactamente lo que les asusta y qué tienen en su cabecita; “¿Qué pasa cuando cierro la luz?” “¿Qué es lo que más te asusta de estar a oscuras?” “¿Dónde crees que hay monstruos?” Aunque las historias que nos cuente sean muy fantásticas, probemos de no minimizarlas o ridiculizarle sino simplemente escucharle atentamente.

Usa tus poderes Igual que la imaginación les sirve para darles poderes mágicos a los objetos de su entorno, los preescolares también atribuyen poderes mágicos a sus padres. Aprovecha tus poderes para darle mucho apoyo, seguridad y comprensión. Dile que tú siempre estás ahí para protegerle y que no vas a dejar que le pase nada. Los niños de esta edad creen que los poderes de sus padres pueden protegerles contra muchísimas cosas. Poder hablar contigo de sus miedos abiertamente, va a ser en sí una gran ayuda.

Pensar juntos cómo combatir los miedos Pensar juntos en cosas que podéis hacer para aliviar sus miedos. Ya sea mirar debajo de las camas antes de ir a dormir, dejar una lucecita abierta o dormir con un osito u otro objeto querido. Dale el poder de decidir y pensar en soluciones para su miedo. También puedes proporcionarle explicaciones simples para ayudar a calmar sus miedos. Estas explicaciones pueden decirle cosas concretas que hacer cuando se enfrente al miedo. Por ejemplo, “los payasos son señores que van pintados y no quieren hacerle daño a los niños. Cuando veamos uno, si tienes miedo, dame la mano y yo te cuidaré y me aseguraré que no nos acercamos a él.”

Facilítale estrategias para combatir miedos del pasado Cuando los miedos se basan en una experiencia pasada que ha sido real, no le mientas para calmarle. Por ejemplo, si tiene miedo de los médicos porque de pequeño tuvo que estar mucho tiempo en el doctor o el hospital, no le mientas diciéndole que no le van a hacer daño. Es mejor darle estrategias para sobrellevar el miedo. Asegúrale que siempre estarás con él/ ella, déjale llevarse un muñeco u objeto que le calme, háblale de lo que va a pasar y dale mucho, mucho cariño y apoyo.

Ayúdale a afrontar los miedos de manera progresiva Puedes ayudarle a afrontar algunos miedos de manera progresiva. Por ejemplo, si tu pequeña(o) tiene miedo del tren y sus ruidos, puedes empezar leyendo libros acerca de trenes y cómo funcionan, jugar con trenes y otros vehículos, podéis ver un tren en televisión, hacer un dibujo de un tren, jugar a hacer ver que vais en tren y solo si se siente lista(o) aventuraros a ir al tren juntas(os) – quizás con tapones en las orejas al principio hasta que se sienta más cómoda con sus ruidos. ¡Nunca le fuerces a enfrentarse a un miedo! Esto podría provocarle una reacción todavía peor. Sólo da pequeños pasos si ves que tu pequeña(o) los tolera. Jugar a hacer ver (juego de fantasía) que combate sus miedos es una manera ideal de practicar las habilidades que necesita para hacerles frente.

Protégele de la fuente de los miedos Intenta proteger a tu niño de cosas que engendran miedo, como películas en la televisión, el noticiero/ las noticias, imágenes en el periódico, etc. Los adultos estamos tan acostumbrados a estas imágenes que a menudo nos olvidamos del fuerte impacto que pueden tener en los más pequeños (¡y también en nosotros!)

Usa libros y materiales educativos Existen libros infantiles que hablan acerca de los sentimientos y otros específicamente que hablan de cómo combatir los miedos. Puedes usar estas lecturas para ayudarle. Consulta con tu biblioteca pública o tu librería.

Acepta los altos y bajos Cuando logre conquistar un miedo, celébralo por todo lo alto. Habla de lo mucho que ha trabajado para combatir su miedo y del gran logro que esto supone. Pero dile también que no pasa nada si tiene una recaída y que no dude en contártelo si es así.

No dudes en buscar ayuda adicional Si crees que los miedos de tu pequeño(a) están interfiriendo con su vida diaria y su habilidad de disfrutar de las cosas, si le duran mucho tiempo o se hacen más intensos con el tiempo e influyen con su vida social (su habilidad de hacer amigos, ir a la escuela), es buena idea que hables con un profesional – su pediatra, un psicólogo o consejero – quien puede ayudaros a combatir los miedos para que tu pequeño(a) disfrute de una vida llena de gozos.



La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.



Fuente: Todobebe

Desarrollo social en la edad preescolar

Desde muy pequeños a los niños parecen fascinarles los otros niños. Quizás recordarás a tu bebé observando a un hermano o primo atentamente, o sonriendo a un pequeñín que encontraron por la calle. En general, a los niños les interesan mucho los otros niños y entre los dos y los tres años empiezan a jugar con ellos de manera más activa y a formar amistades, pero el proceso no es del todo fácil. Formar relaciones sociales positivas es una habilidad que se ha de aprender, y hay muchas cosas por aprender: compartir, tomar turnos, ser respetuoso, aceptar las diferencias ¡qué trabajo! Pero el placer de tener amigos y disfrutar de la compañía de los demás va a llenar a tu niño(a) de satisfacción para el resto de su vida.

Oportunidades para socializar Su desarrollo social necesita muchas oportunidades para practicar. Para aprender a formar amistades, ha de pasar suficiente tiempo con otros niños y poner en práctica sus nuevas habilidades. Piensa en tu día a día y las oportunidades que puedes proporcionarle a tu pequeña(o) para pasar tiempo con otros niños. Puedes invitar a amigos a casa, llevar a tu niña(o) a casa de amigos, encontrar amiguitos en el parque, en la biblioteca, apuntaros a un grupo de juego, una clase de música o movimiento para niños, etc. Lo importante es que tenga tiempo con otros niños y muchas oportunidades para practicar sus habilidades sociales.

La importancia de la guía de un adulto Durante su tiempo con otros, hay muchas cosas para aprender y perfeccionar. Los pequeños han de aprender a compartir, a tolerar las opiniones de los demás, a comprender el impacto que su comportamiento tiene en los sentimientos de los demás, a tomar turnos… Todas estas habilidades necesitan supervisión de adultos para facilitar su aprendizaje en el momento (cuando están sucediendo) Si dejamos a dos niños de tres años jugando solos, probablemente se encontrarán con desafíos al intentar manejar su relación. Primero siempre les hemos de dejar probar de resolver esos desafíos por su cuenta, pero si vemos que tienen dificultad, tenemos una buena oportunidad para ayudarles a negociar el conflicto y desarrollar sus habilidades sociales.

Es recomendable mantener las horas de juego con amigos a un tiempo limitado entre 45 minutos y una hora cuando el niño(a) es pequeño(a) para ayudarle a desarrollar habilidades sociales sin abrumarlo. A medida que va creciendo, puede pasar más y más tiempo de juego no estructurado con sus amigos.

La asociación “De Cero a Tres” “Zero to Three” nos recomienda las siguientes ideas para facilitar el desarrollo de las habilidades sociales y la amistad con niños pequeños:

Sugerirle a tu pequeña(o) que busque ayuda en otros niños para resolver problemas. Por ejemplo, podemos decirle “¿Por qué no le preguntas a María como ha conseguido el color morado en la pintura? Parece que ella lo hizo mezclando unos colores.”
Ayuda a tu niño a reflexionar el impacto que su comportamiento tiene en los demás. Por ejemplo, “Veo que le quitaste el juguete a Juan y le dijiste que no podía jugar, ¿cómo crees que se siente Juan ahora?”
Anímale a trabajar en equipo o en grupo cuando sea posible. Por ejemplo, en la caja de arena en el parque, puedes proponer “¿Por qué no prueban de construir un castillo entre los dos, Juan y tu?”
Ayúdale a comprender el punto de vista de los demás para que vaya desarrollando su habilidad de sentir lo que sienten sus amigos. Por ejemplo, “Sebastián está triste porque su mamá tuvo que irse, ¿qué crees que podríamos hacer para que se sienta mejor?”
Tu eres el mejor amigo de tu pequeño(a) y contigo puede practicar todas estas habilidades de manera segura. Así que dale oportunidades de jugar contigo. Todas las habilidades que practique y aprenda en casa, le serán más fáciles de poner en práctica con sus compañeros.



La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.



Fuente: Todobebe