jueves, 5 de marzo de 2009

Los elogios y la autoestima

Probablemente estamos de acuerdo que queremos que nuestros hijos se sientan bien consigo mismos y crean que pueden enfrentarse a los desafíos que encuentran en su entorno. Queremos que tengan una auto-estima saludable. Como conseguir este objetivo (una auto-estima saludable) es algo que últimamente ha despertado un debate entre los expertos en psicología infantil. Algunos expertos creen que hemos de proporcionar apoyo y elogiar constantemente el comportamiento de los niños para que desarrollen una auto-estima saludable. Otros creen que demasiados elogios les crean falsas ideas y les hacen más consentidos y egocéntricos. ¿Qué debemos hacer?

La importancia de sentirse capaz
Para sentirse capaces y bien consigo mismos, los niños tienen que tener experiencias donde tienen éxito. Desarrollar una auto-estima saludable no se hace sólo a través de elogios sino también de experiencias donde los pequeños se enfrentan a problemas o desafíos que son capaces de resolver.

Más que elogios
Sentirse respaldados, escuchados y queridos también va a ayudarles a desarrollar una auto-estima saludable. Si la gente de mi entorno me quiere y me lo demuestra es porque tengo cualidades positivas, por lo contrario, si me rechazan, no voy a sentirme bien conmigo mismo. Demostrar apoyo y amor no se hace solamente a través de elogios sino con afecto, respeto, escuchándoles, cuidando diariamente sus necesidades vitales, etc.

Los límites ayudan a desarrollar un auto-concepto saludable
Poner límites al comportamiento de los niños es otra manera de enseñarles a desarrollar un auto-concepto saludable. Los límites les demuestran qué es lo que pueden y no pueden hacer, cómo mantenerse seguro, cómo interaccionar con su entorno y les dan el mensaje de que los adultos nos preocupamos por ellos y queremos asegurarnos que están protegidos y guiados.

La importancia de que los elogios sean sinceros
Los elogios son positivos siempre y cuando sean genuinos. Elogiar por elogiar no nos va a llevar muy lejos pero si realmente observamos el comportamiento de nuestros pequeños veremos mil cosas sorprendentes. Observaremos su aprendizaje, sus logros, su habilidad de resolver problemas. Si les elogiamos durante estos momentos de manera auténtica (con verdaderos sentimientos), les demostramos que estamos aquí para apoyarles y que creemos en sus habilidades. Los elogios son más efectivos cuando se hacen de manera concreta. En vez de decir “buen trabajo” es mejor hacerle saber qué nos impresionó de su trabajo “me encantó ver lo mucho que trabajaste para terminar este rompecabezas.” Así los elogios se transforman también en guías de aprendizaje, en cosas que observamos que nos gustaría que nuestro pequeño(a) continuara haciendo.

Evitar presionar
Hemos de ir con cuidado de no transformar nuestros elogios en elementos de presión o estrés para nuestros pequeños. Por ejemplo “me gusta cuando copias los dibujos a la perfección, sin errores” o “que bueno que siempre tengas la calificación más alta en tu clase.” Aunque queramos alentar estos comportamientos, hemos de comprender que hacerlo todo a la perfección conlleva un nivel de estrés importante. No hemos de olvidarnos de alentarles por sus esfuerzos y los pequeños logros que van consiguiendo por el camino.

Demostrar amor y aceptación
No nos perdamos en los elogios como la única manera de conseguir que nuestros pequeños desarrollen una auto-estima saludable. Pensemos en todas las otras cosas que podemos hacer que les demuestran que les queremos, les apoyamos y que creemos que pueden enfrentarse a los desafías de este mundo (aunque no siempre tengan éxito) Los elogios auténticos o genuinos son simplemente una herramienta más para demostrarles a nuestros pequeños lo mucho que nos maravillan sus logros e intentos.



La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.

NOTA: Este artículo es para fines educativos solamente y no reemplaza una consulta médica o psicológica. No debes usar esta información para diagnosticar o tratar un problema de salud o de comportamiento sino consultar a algún médico o profesional de salud mental que te examine en persona y que esté autorizado para practicar su profesión en la localidad donde vives.

Fuente: Todobebe.com

viernes, 17 de octubre de 2008

2-5 años: Aprender acerca del dinero y su valor

El dinero es parte de nuestra vida diaria y los pequeños nos ven manejarlo constantemente pero aprender qué es el dinero y cómo usarlo de manera apropiada es algo que va a llevarles un tiempo. Los niños en edad preescolar aprenden de manera muy concreta y el dinero es un concepto difícil para ellos pero podemos empezar a introducirlo a través de juegos y experiencias del día a día.

Aprendizaje en vivo Una buena manera de empezar a introducir el concepto del dinero es hacerlo “en vivo.” Cuando estamos usando dinero delante de ellos podemos empezar a explicarles que todas las cosas que compramos tienen un precio y que el dinero es nuestra manera de pagar ese precio. También podemos hablarles del dinero cuando vamos al banco o al cajero automático y explicarles el servicio que ambos nos prestan.

El dinero en nuestras vidas Háblales a tus niños acerca de tu trabajo o el trabajo de tus familiares. Explícales que nos pagan por trabajar y que el dinero de nuestro trabajo paga la comida, ropa y demás gastos de la casa.

Jugar con dinero Los niños procesan toda nueva información y conocimientos a través del juego. Pueden hacer dinero de juguete o hasta comprarlo y jugar a tiendas. Practicar las habilidades de contar, comprar y jugar con el dinero son una manera excelente de ayudar a tu pequeño(a) a comprender su uso. Si hacen su propio dinero, intenta imitar el diseño y tamaño de las monedas y billetes de tu país para que tu pequeña(o) vea su paralelo.

Jugar con dinero es una oportunidad excelente para aprender a contar y aprender matemáticas. Estas son habilidades que están desarrollando los niños en edad preescolar y que van a ser esenciales para que entiendan como funciona el dinero. Aprovechen también para hacer juegos de contar, de clasificar e intercambiar. Una buena herramienta para aprender es un ábaco que permite contar bolitas de diferentes colores. Si tu niño(a) ya no se pone cosas en la boca, puedes darle monedas reales y jugar a contarlas o clasificarlas por su tamaño, color y valor.

Establecer metas Cuando paseen por tiendas, fíjense en lo que vale un objeto que tu pequeño(a) quiera. Al llegar a casa mirar con dinero de mentira o con fichas de colores cuánto dinero necesita para poder comprarlo. Pueden establecer un sistema de recompensas para ir ganando dinero de manera progresiva hasta que tenga la suma total para comprar el objeto deseado. Escoger un objeto barato (no un gran juguete), que pueda conseguir el dinero en un plazo corto de tiempo, así empezará a comprender la idea de ahorrar hacia un fin.

La importancia de presupuestar La autora Teri Cettina en la revista Parents nos recomienda que no les digamos a nuestros hijos que no podemos pagar algo sino que les hablemos de la necesidad de planear nuestros gastos y ponerlos en un presupuesto, así les demostramos que somos nosotros los que estamos en control del dinero y no al revés. Para enseñarles a los niños pequeños a ahorrar y hacer presupuestos, nos recomienda que les demos tres jarras; una para gastar, una para ahorrar y una para ayudar a los demás. Cada semana podemos darle una pequeña cantidad de dinero al niño (algo con lo que la familia pueda estar cómoda y que no represente mucho dinero) Entonces ayudamos al niño(a) a dividir su dinero en ahorro (una proporción más grande), gasto inmediato y ayuda para los demás. Lo que tenga en su jarra de gasto inmediato es algo que puede gastar cuando quiera, lo que hay en la jarra de ahorro puede guardarlo hacia un objetivo que hayn fijado en común y la ayuda para los demás puede ser una donación hacia un proyecto que le interese (ayuda a niños que pasan hambre, a protección de animales, a la iglesia… lo que elija)

También pueden preguntar en su banco si tienen algún material para enseñarles a los niños acerca del dinero, ya que algunos bancos han diseñado juegos y otras actividades.

Protegerles de nuestros problemas y preocupaciones económicas Igual que queremos enseñarles a nuestros pequeños que comprendan el uso del dinero, no queremos abrumarlos con nuestros problemas o preocupaciones económicas. Los niños deben sentirse protegidos por nosotros y no es apropiado explicarles las dificultades financieras que nuestra familia pueda estar pasando.

Si empezamos a darles buenos hábitos de ahorro y de planear sus pequeñas finanzas, les ayudaremos a desarrollar una actitud positiva hacia el dinero que les ayudará durante el resto de su vida.


La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.


Fuente: Todobebe.com

martes, 7 de octubre de 2008

18-24 meses: Ayudando a tu niñ@ a manejar la agresión

Dra. Helena Duch, Psy.D


La agresión es una parte normal del desarrollo. Aunque la agresión existe desde que nuestros pequeños son bebes, en general no pensamos que nuestro niñ@ es agresiv@ hasta alrededor de los 2 años cuando le vemos pegar o morder. Hacia los dos años, los niños tienen maneras limitadas de expresar su frustración y no conocen las consecuencias de sus acciones. Nuestra guía en manejar conflictos va a ayudarles a expresarse de manera positiva y disminuir la frecuencia de actos agresivos. ¿Qué podemos hacer para minimizar la agresión?

La importancia de los límites Es muy importante que los niños sepan qué está permitido y qué no lo está, es decir que tengan unos límites muy claros. No pienses en los límites como disciplina sino como tu manera de guiar su comportamiento y enseñarle lo que está bien y lo que no. Una vez hayas decidido qué limites quieres mantener, sé consistente y asegúrate que se cumplen. Los límites ayudan a los niños a sentirse seguros porque saben lo que pueden esperar y predecir en su entorno.

Alternativas positivas Una parte importante de minimizar la agresión va a ser ofrecerle a tu pequeñ@ alternativas para su comportamiento. Cuando tenga un comportamiento agresivo, dile un rotundo “No” y ofrécele una alternativa para expresarse que sea positiva, ya sea decir que está enojado, poner un límite a un compañero o hasta una alternativa más física como dar un golpe a un cojín. Una vez haya pasado el incidente, es bueno que le hables acerca de lo que pasó. Juntos pueden entender qué le hizo sentirse así y hablar de qué puede hacer en otra ocasión. Pero, ¡recuerda! Esto sólo lo podrás hacer cuando haya pasado el incidente ya que en el momento, estará tan enojado que no podrá procesar lo que le dices.

Encuéntrale portándose bien Igual que vas a responder al comportamiento agresivo, es muy importante que le recompenses y elogies por sus comportamientos positivos. Piensa en una balanza e intenta decantar la balanza hacia lo positivo. Si tu pequeño(a) recibe elogios por su comportamiento positivo (como compartir, ayudar, expresarse con palabras) pasará más tiempo haciendo estas conductas que las agresivas. Por la contra, si sólo recibe atención por sus comportamientos negativos, hará más de estos. Aunque parezca mentira, los pequeños disfrutan de la atención del adulto, ya sea la positiva (con elogios) o la negativa (cuando le regañan) Si reciben más de la negativa, probablemente continuarán haciendo los comportamientos negativos porque despiertan atención.

Enséñale las consecuencias de sus actos Ayuda a tu pequeñ@ a entender las consecuencias de sus actos agresivos. A veces los niños pequeños no saben la fuerza que tienen o el daño que pueden hacer. Por eso es importante ir guiándole y explicándole que ciertos comportamientos tienen consecuencias negativas en los demás. Por ejemplo, “cuando empujas a Lola, le haces daño y después no quiere jugar contigo.”

Usa consecuencias lógicas para disciplinarle. Si en un momento agresivo tira un vaso al suelo, pídele que lo limpie o si tira una pelota contra un compañero, sácalo de la pista de juego. En esta edad la habilidad cognitiva de tus hijos es muy concreta, las consecuencias lógicas le ayudan a entender que los comportamientos tienen consecuencias directas. Evita negociar con ellos en estos momentos, el mensaje que queremos darles es “si haces esto, va a pasar esto.”

Modela comportamientos apropiados Piensa en modelar para ellos maneras no agresivas de resolver problemas. Si cuando les regañamos chillamos o les damos un cachetada (nalgada o bofetada, o cachete), les estamos dando el mensaje que es así como resolvemos problemas. Es más, hay varios estudios que nos han demostrado que los niños que son disciplinados físicamente, tienen más tendencia a ser agresivos. Hemos de probar de mantener la calma y mantenernos firmes en nuestra posición sin perder el control. Igualmente, hemos de modelar formas no agresivas de resolver problemas con nuestra pareja y las personas de nuestro entorno. Si esta es un área de especial dificultad para tu familia, no duden en pedir ayuda a un profesional. Igualmente, a veces la agresión de un pequeño(a) puede necesitar más ayuda de la que les podemos dar como padres. Si estás preocupada(o), habla con tu pediatra.

Observa su comportamiento No te olvides de observar mucho a tu niño(a) Si ves algún patrón de comportamiento que te indique en qué momentos tiene más tendencia a ser agresivo, puedes probar de prevenirlos y ayudarle a manejarlos de otra manera. Ten mucha paciencia y recuerda que todo aprendizaje lleva su tiempo, observando su entorno, aprendiendo de ti y su familia y experimentando con su propio comportamiento.



La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.

NOTA: Este artículo es para fines educativos solamente y no reemplaza una consulta médica o psicológica. No debes usar esta información para diagnosticar o tratar un problema de salud o de comportamiento sino consultar a algún médico o profesional de salud mental que te examine en persona y que esté autorizado para practicar su profesión en la localidad donde vives.



Fuente: Todobebe.com

Cuando los niños pegan y reaccionan con violencia

Ethel C. Palaci


A partir de que ya pueden compartir y jugar con otros niños, hay muchos pequeños que comienzan a pegar. Como no se pueden expresar con palabras de la manera deseada, usan la fuerza para hacer valer sus derechos. Estas muestras tempranas de agresividad irán desapareciendo a medida que aprenden a hablar y a manejar sus emociones. Pero, hasta entonces, los niños deben aprender a utilizar otra forma de mostrar su enojo o su desacuerdo.

¿Por qué se comportan así a esta edad?
Por ausencia de lenguaje oral: Al no dominar la comunicación verbal, su forma de mostrar rechazo, frustración, deseo o necesidad es a través de la agresividad, simplemente como una manera de decir qué quieren o qué no quieren, su modo de hacerse entender y de resolver los problemas.

Por falta de límites:Una de las consecuencias de la falta de límites es la baja tolerancia a la frustración. Un niño a quien en casa le dan todo lo que quiere piensa que siempre va a ser así. Cuando se enfrenta a un no, lo más seguro es que tenga una rabieta o cueste aceptar ese límite. Nunca le han negado nada, no conoce el significado de la palabra “no” y es muy difícil entenderlo de repente.
Por problemas con la dentición: Si acaban de salirle los dientes es motivo para que empiece a morder con desesperación, todo lo que tienen cerca, aún el bracito de otro niño.
Por exceso de emoción: Muchas veces lo que acaba pareciendo una agresión, no deja de ser un acto de cariño, aunque algo exagerado. A los chiquitos les encanta darse besos y tocarse, pero a veces esto les pone nerviosos y simplemente se pasan de “cariñitos”. A esta edad aún no tienen control emocional.
Por ser egocéntrico: A esta edad los niños están en un momento evolutivo conocido como el “pensamiento egocéntrico”. Quiere decir que entre muchas otras cosas, son incapaces de ponerse en la piel de los otros. Lo que quieren es “ahora” y no pueden comprender que otro también lo quiera. Lo quieren y listo, y ante la resistencia muerden y pegan.

¿Cómo deben reaccionar los padres si su hij@ pega?
Se entiende que estas conductas agresivas están dentro de lo normal a esta edad, pero es necesario encauzarlas hacia otras formas de relación más adecuadas. La clave está en corregir estos comportamientos con constancia pero sin dureza, evitando en todo momento ofrecerles modelos agresivos.

Fija límites
Explícale las consecuencias de sus actoscon frases sencillas como “haces daño” o “no se pega”. Quizá tarde en entender su significado, pero sí entiende que no apruebas su comportamiento.
Distrae su atención: retírale del conflicto y anímale a cambiar de juego. Es probable que olvide rápidamente el motivo de su disgusto.

Elogia su buen comportamiento: de igual manera como le llamas la atención cuando pega, debes subrayar su buen comportamiento. Los elogios le estimulan y le ayudan a diferenciar lo que está bien de lo que está mal.
No lo descalifiques: evita decirle frases como: “Eres malo» o “Ya no te quiero”, porque cualquier niño de su edad necesita el amor incondicional de sus padres. Por el contrario, es muy probable que aumente su enfado.

Sé un buen ejemplo: usa técnicas no agresivas para enseñarle las consecuencias de sus acciones y la manera correcta de resolver conflictos. Darle en la manita o en las nalguitas cuando le pega a otro niño es contraproducente, porque el mensaje que le llega es: no se agrede a los demás, pero mis padres sí lo hacen conmigo.



Fuente: Todobebe.com

jueves, 14 de agosto de 2008

Técnicas de disciplina positiva

¿Qué técnicas de disciplina podemos usar en vez de las nalgadas y la disciplina física? Existen muchas técnicas de disciplina positiva, es decir, disciplina que se basa en principios de guiar el comportamiento del niño, ayudándole a crecer de forma más responsable y a desarrollar auto-control. Aquí tienes algunas ideas:

Los elogios y la atención positiva: una de las técnicas más efectivas para prevenir malos comportamientos es elogiar sinceramente los comportamientos positivos que hacen nuestros hijos. A menudo, con el ajetreo que viven las familias de hoy en día, nos centramos en darles mucha atención a los niños cuando se comportan de manera negativa pero nos olvidamos de darles mucha atención y elogios por sus comportamientos positivos. Si los niños reciben más atención por sus comportamientos negativas, tendrán más tendencia a comportarse así. Aunque parezca una locura, a los niños les encanta tener atención de sus padres, si reciben atención (aunque sea negativa) por portarse mal, continuarán reclamando atención de esta manera. Si ven que les dedicamos tiempo y les alentamos cuando se comportan de forma positiva, verán que pueden tener nuestra atención por todas las cosas maravillosas que hacen. Piensa en una balanza y prueba de decantarla hacia lo positivo, dándole más atención por los comportamientos positivos y menos por los negativos.

Las consecuencias naturales o lógicas: si un niño/a vierte un vaso de agua, la consecuencia natural es que lo limpie. Si está tirando sus juguetes en vez de jugar con ellos adecuadamente, la consecuencia lógica es que le quiten los juguetes, etc.
Elogiar el comportamiento opuesto: muchas veces los pequeños hacen comportamientos negativos porque llaman la atención y cuando los realizan consiguen que los adultos les presten mucha atención (aunque sea para regañarles) En estos momentos, es mejor ignorar el comportamiento negativo (a no ser que le vaya a poner en peligro a él/ella o otros) y centrarse en el comportamiento opuesto. Por ejemplo, si queremos que un niño/a pare de gritar para pedir las cosas, hemos de elogiar todos los momentos en que nos pide las cosas sin gritar. Si queremos que no pelee para compartir juguetes, hemos de elogiarle cada vez que le vemos compartir, etc. Asegúrate de decirle claramente por qué lo elogias, en vez de decirle “muy bien,” dile “me gustó como recogiste tu cuarto,” así aprenden exactamente los comportamientos que consideramos positivos.

Pérdida de privilegios: con los niños chiquitos (de menos de 6 años), los pérdida de privilegios tiene que ser inmediata. Asegúrese de explicarle al niño/a porqué perdió el privilegio y qué tiene que hacer para recuperarlo. Con niños más mayores, la pérdida de privilegios anticipados (como un programa de televisión favorito) son también efectivos. Nunca le quite a un niño/a algo que es una necesidad y no un privilegio (como la comida).
Prevenir el mal comportamiento: tener una rutina consistente, unas reglas claras de comportamiento en el hogar, actividades interesantes disponibles en los momentos de transición o en momentos que general conflicto son técnicas que te ayudarán a reducir la aparición de comportamientos negativos. Pueden escribir su horario y las reglas de la casa en un papel y ponerlos en un lugar visible en la casa. Así cuando haya conflicto, siempre pueden referirse a las reglas del hogar.

Tablas de recompensas: para modificar comportamientos conflictivos, establezcan una o dos metas, por ejemplo “Recoger los juguetes después de jugar.” Hagan una tabla donde cada día el niño/a pueda ganar una estrella o pegatina/calcomanía por realizar el comportamiento deseado. Cuando consiga 4 o 5 estrellas o calcomanías, déjele escoger una recompensa. La recompensa no tiene que costar dinero o sino que es mejor que sea algo social, que hace con usted o que hacen en familia como ver una película favorita, cocinar su comida especial, ir a pasear juntos al parque, etc. Esta técnica funcionará mejor con niños de 3 años en adelante.

Silla de pensar/ Tiempo fuera: esta técnica remueve al niño/a de la situación de conflicto y le da un tiempo para calmarse/pensar en lo que sucede. La silla de pensar consiste en separar al niño de la situación que genero la disputa o conflicto y llevarle a una silla que está designada como la “silla de pensar.” El niño/a debe permanecer en la silla unos minutos y pasados estos minutos, hablar acerca de lo qué sucedió y cómo puede actuar de mejor manera si se presenta la situación de nuevo. Una regla simple es que el niño permanezca sentado tantos minutos como años tiene (tres años- tres minutos) aunque realmente, los estudios nos demuestran que con sólo pasar unos minutitos, la técnica ya es efectiva. Alargar el tiempo no acostumbra a mejorar los resultados. Cuando el niño/a esté en la silla de pensar, hemos de ignorar su comportamiento y si deja la silla, acompañarle de vuelta. Nunca deje al niño en otro cuarto sin supervisarle. Una vez hayan pasado los minutos (pueden usar un despertador o un reloj de cocina), hablen con el niño/a acerca de lo que aconteció, porqué les hicieron sentarse y cómo puede reaccionar si se encuentra con esta situación de nuevo. Darle alternativas de comportamiento le ayudará a ver cómo puede comportarse si la situación ocurre de nuevo.

Un error común que cometen muchos padres es usar la técnica de la silla fuera para todos los comportamientos negativos de los niños. Esto hace que la técnica se transforme en una tarea para toda la familia y se vuelva inefectiva. Es mejor identificar unos comportamientos concretos (por ejemplo, los agresivos como pegar) para usar esta técnica. Para otros comportamientos podemos usar las consecuencias lógicas y naturales, la pérdida de privilegios, etc.

La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.


Fuente: Todobebe.com

Educando con nalgadas

Como padres una de las decisiones que hemos de tomar es cómo vamos a disciplinar a nuestros hijos. Dentro de estas decisiones, existe el eterno debate del efecto/impacto de la disciplina física o de la nalgada. A muchos padres les criaron dándoles una nalgada o usando disciplina física de una u otra forma. Cuando los padres decidimos qué tipo de estrategias vamos a usar con nuestros hijos, nos basamos en nuestras experiencias pasadas y en nuestras creencias y valores actuales. Algunos padres tuvieron experiencias que recuerdan como muy negativas y deciden hacer lo contrario de lo que les hicieron a ellos y otros dicen “si a mí me dieron nalgadas y salí bien, porqué no voy a hacer lo mismo con mis hijos.”Lo importante es que todos recuerdan si les dieron nalgadas y éstos no acostumbran a ser recuerdos positivos.


Sea cual sea la creencia, los estudios de investigación respecto al efecto de las nalgadas y la disciplina física han sido muy consistentes. A largo plazo, los niños que son disciplinados físicamente tienden a ser más agresivos y a usar violencia y agresión para resolver sus problemas. Además también hay más probabilidad de depresión y de uso de violencia con adultos en el futuro. Evidentemente, esto no quiere decir que por darle una nalgada a un niño/a vaya a ser más violento o estar más deprimido sino que los estudios nos han demostrado que, en general, a los niños que los disciplinan físicamente tienen tendencia a ser más agresivos.


Aunque puede parecer que dar una nalgada es una técnica muy efectiva a corto plazo, los estudios también nos han demostrado que NO es una técnica más eficaz que la disciplina no física. Las nalgadas y la disciplina física les ofrecen un mensaje confuso a los niños. Por un lado les decimos que lo que ellos hacen (que a menudo puede ser desafiar o pegar) no está bien pero para corregirles, vamos a usar las mismas técnicas que les estamos pidiendo a ellos que no usen. Igualmente, cuando usamos nalgadas o disciplina física para corregir su comportamiento, no les enseñamos a ser más responsables de sus acciones o a aprender como corregir su comportamiento de manera no violenta y positiva.
Además, las nalgadas y la disciplina física hacen que las otras técnicas que usamos para corregir el comportamiento de los niños pierdan validez. Por ejemplo, si en casa le damos nalgadas pero en la escuela usan la técnica de la silla de pensar, la falta de consistencia entre las diferentes estrategias hace que no funcionen. Las nalgadas con el tiempo también dejan de funcionar como técnica efectiva de disciplina.


En general, los momentos en los que disciplinamos a nuestros hijos son los momentos que más estrés nos generan como padres y es muy difícil mantener la calma. Usar disciplina física en estos momentos en que podemos fácilmente perder el control puede llevarnos a actuar impulsivamente de maneras en que después podemos arrepentirnos. La disciplina física puede llegar a escalar de manera en que dañamos al niño/a.


Finalmente, la Academia Estadounidense de Pediatría nos recuerda que las nalgadas y la disciplina física le enseña a los niños que causarles dolor a los demás, incluso a los seres que más queremos, es una manera justificada o adecuada de controlarles o manejar su comportamiento.


Existen muchas técnicas de disciplina que no usan las nalgadas o disciplina física. Para leer acerca de estas técnicas, consulta nuestro artículo sobre la Disciplina Positiva.


La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.


Fuente:
Todobebe.com

miércoles, 18 de junio de 2008

Ayudando a los niños a combatir sus miedos

Los miedos son una parte normal del desarrollo y son esenciales para los seres humanos. Sin miedo, no nos apartaríamos del fuego, de los precipicios o de alguien con una pistola. En general, los seres humanos tenemos miedo a lo desconocido y potencialmente peligroso. A medida que nos hacemos mayores, esto disminuye pero si pensamos en todas las cosas que pueden ser desconocidas y peligrosas para un niño(a) en edad preescolar empezaremos a entender porque pueden tener tantos miedos. Algunos miedos comunes son el miedo a la oscuridad, a animales, a los payasos o personajes disfrazados, a estar solos, etc. Además durante los años preescolares, los niños tienen una imaginación muy activa y continúan teniendo dificultad separando lo real de lo imaginario, aumentando así las posibles fuentes de miedos.

Demuéstrale que le entiendes Para ayudar a nuestros pequeños a combatir sus miedos, hemos de demostrarles que les entendemos. En vez de desmentir sus miedos y decirles que no son nada, probemos de ponernos en su piel y demostrémosles que comprendemos cómo se sienten; “veo que estás muy asustado cuando cerramos la luz, sé que puede asustar mucho verlo todo a oscuras.”

Ayúdale a explorar sus miedos Evita negar sus miedos (“esto no es nada”), y prueba de comprenderlos. Podemos hacerles preguntas para ver qué es exactamente lo que les asusta y qué tienen en su cabecita; “¿Qué pasa cuando cierro la luz?” “¿Qué es lo que más te asusta de estar a oscuras?” “¿Dónde crees que hay monstruos?” Aunque las historias que nos cuente sean muy fantásticas, probemos de no minimizarlas o ridiculizarle sino simplemente escucharle atentamente.

Usa tus poderes Igual que la imaginación les sirve para darles poderes mágicos a los objetos de su entorno, los preescolares también atribuyen poderes mágicos a sus padres. Aprovecha tus poderes para darle mucho apoyo, seguridad y comprensión. Dile que tú siempre estás ahí para protegerle y que no vas a dejar que le pase nada. Los niños de esta edad creen que los poderes de sus padres pueden protegerles contra muchísimas cosas. Poder hablar contigo de sus miedos abiertamente, va a ser en sí una gran ayuda.

Pensar juntos cómo combatir los miedos Pensar juntos en cosas que podéis hacer para aliviar sus miedos. Ya sea mirar debajo de las camas antes de ir a dormir, dejar una lucecita abierta o dormir con un osito u otro objeto querido. Dale el poder de decidir y pensar en soluciones para su miedo. También puedes proporcionarle explicaciones simples para ayudar a calmar sus miedos. Estas explicaciones pueden decirle cosas concretas que hacer cuando se enfrente al miedo. Por ejemplo, “los payasos son señores que van pintados y no quieren hacerle daño a los niños. Cuando veamos uno, si tienes miedo, dame la mano y yo te cuidaré y me aseguraré que no nos acercamos a él.”

Facilítale estrategias para combatir miedos del pasado Cuando los miedos se basan en una experiencia pasada que ha sido real, no le mientas para calmarle. Por ejemplo, si tiene miedo de los médicos porque de pequeño tuvo que estar mucho tiempo en el doctor o el hospital, no le mientas diciéndole que no le van a hacer daño. Es mejor darle estrategias para sobrellevar el miedo. Asegúrale que siempre estarás con él/ ella, déjale llevarse un muñeco u objeto que le calme, háblale de lo que va a pasar y dale mucho, mucho cariño y apoyo.

Ayúdale a afrontar los miedos de manera progresiva Puedes ayudarle a afrontar algunos miedos de manera progresiva. Por ejemplo, si tu pequeña(o) tiene miedo del tren y sus ruidos, puedes empezar leyendo libros acerca de trenes y cómo funcionan, jugar con trenes y otros vehículos, podéis ver un tren en televisión, hacer un dibujo de un tren, jugar a hacer ver que vais en tren y solo si se siente lista(o) aventuraros a ir al tren juntas(os) – quizás con tapones en las orejas al principio hasta que se sienta más cómoda con sus ruidos. ¡Nunca le fuerces a enfrentarse a un miedo! Esto podría provocarle una reacción todavía peor. Sólo da pequeños pasos si ves que tu pequeña(o) los tolera. Jugar a hacer ver (juego de fantasía) que combate sus miedos es una manera ideal de practicar las habilidades que necesita para hacerles frente.

Protégele de la fuente de los miedos Intenta proteger a tu niño de cosas que engendran miedo, como películas en la televisión, el noticiero/ las noticias, imágenes en el periódico, etc. Los adultos estamos tan acostumbrados a estas imágenes que a menudo nos olvidamos del fuerte impacto que pueden tener en los más pequeños (¡y también en nosotros!)

Usa libros y materiales educativos Existen libros infantiles que hablan acerca de los sentimientos y otros específicamente que hablan de cómo combatir los miedos. Puedes usar estas lecturas para ayudarle. Consulta con tu biblioteca pública o tu librería.

Acepta los altos y bajos Cuando logre conquistar un miedo, celébralo por todo lo alto. Habla de lo mucho que ha trabajado para combatir su miedo y del gran logro que esto supone. Pero dile también que no pasa nada si tiene una recaída y que no dude en contártelo si es así.

No dudes en buscar ayuda adicional Si crees que los miedos de tu pequeño(a) están interfiriendo con su vida diaria y su habilidad de disfrutar de las cosas, si le duran mucho tiempo o se hacen más intensos con el tiempo e influyen con su vida social (su habilidad de hacer amigos, ir a la escuela), es buena idea que hables con un profesional – su pediatra, un psicólogo o consejero – quien puede ayudaros a combatir los miedos para que tu pequeño(a) disfrute de una vida llena de gozos.



La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.



Fuente: Todobebe