jueves, 14 de agosto de 2008

Educando con nalgadas

Como padres una de las decisiones que hemos de tomar es cómo vamos a disciplinar a nuestros hijos. Dentro de estas decisiones, existe el eterno debate del efecto/impacto de la disciplina física o de la nalgada. A muchos padres les criaron dándoles una nalgada o usando disciplina física de una u otra forma. Cuando los padres decidimos qué tipo de estrategias vamos a usar con nuestros hijos, nos basamos en nuestras experiencias pasadas y en nuestras creencias y valores actuales. Algunos padres tuvieron experiencias que recuerdan como muy negativas y deciden hacer lo contrario de lo que les hicieron a ellos y otros dicen “si a mí me dieron nalgadas y salí bien, porqué no voy a hacer lo mismo con mis hijos.”Lo importante es que todos recuerdan si les dieron nalgadas y éstos no acostumbran a ser recuerdos positivos.


Sea cual sea la creencia, los estudios de investigación respecto al efecto de las nalgadas y la disciplina física han sido muy consistentes. A largo plazo, los niños que son disciplinados físicamente tienden a ser más agresivos y a usar violencia y agresión para resolver sus problemas. Además también hay más probabilidad de depresión y de uso de violencia con adultos en el futuro. Evidentemente, esto no quiere decir que por darle una nalgada a un niño/a vaya a ser más violento o estar más deprimido sino que los estudios nos han demostrado que, en general, a los niños que los disciplinan físicamente tienen tendencia a ser más agresivos.


Aunque puede parecer que dar una nalgada es una técnica muy efectiva a corto plazo, los estudios también nos han demostrado que NO es una técnica más eficaz que la disciplina no física. Las nalgadas y la disciplina física les ofrecen un mensaje confuso a los niños. Por un lado les decimos que lo que ellos hacen (que a menudo puede ser desafiar o pegar) no está bien pero para corregirles, vamos a usar las mismas técnicas que les estamos pidiendo a ellos que no usen. Igualmente, cuando usamos nalgadas o disciplina física para corregir su comportamiento, no les enseñamos a ser más responsables de sus acciones o a aprender como corregir su comportamiento de manera no violenta y positiva.
Además, las nalgadas y la disciplina física hacen que las otras técnicas que usamos para corregir el comportamiento de los niños pierdan validez. Por ejemplo, si en casa le damos nalgadas pero en la escuela usan la técnica de la silla de pensar, la falta de consistencia entre las diferentes estrategias hace que no funcionen. Las nalgadas con el tiempo también dejan de funcionar como técnica efectiva de disciplina.


En general, los momentos en los que disciplinamos a nuestros hijos son los momentos que más estrés nos generan como padres y es muy difícil mantener la calma. Usar disciplina física en estos momentos en que podemos fácilmente perder el control puede llevarnos a actuar impulsivamente de maneras en que después podemos arrepentirnos. La disciplina física puede llegar a escalar de manera en que dañamos al niño/a.


Finalmente, la Academia Estadounidense de Pediatría nos recuerda que las nalgadas y la disciplina física le enseña a los niños que causarles dolor a los demás, incluso a los seres que más queremos, es una manera justificada o adecuada de controlarles o manejar su comportamiento.


Existen muchas técnicas de disciplina que no usan las nalgadas o disciplina física. Para leer acerca de estas técnicas, consulta nuestro artículo sobre la Disciplina Positiva.


La Dra. Helena Duch es psicóloga infantil y familiar especializada en trabajar con familias que están planeando, esperando y criando a niños en la primera infancia. La Dra. Helena tiene un doctorado en psicología infantil y escolar de New York University y una maestría en Psicología del Desarrollo Infantil de Columbia University y es licenciada en Psicología Clínica por la Universidad Ramon Llull en Barcelona. Además la Dra. Helena está licenciada como psicóloga en el estado de Nueva York y en España, su país natal.


Fuente:
Todobebe.com

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