martes, 13 de mayo de 2008

Limites y disciplina

A veces el solo hecho de nombrar la palabra límites molesta, pues parecería que si estamos “limitando” estamos cortando las posibilidades de nuestros hijos. Sin embargo, la palabra límite no tiene que ver con limitación, sino con protección, nosotros ponemos límites a nuestros hijos para protegerlos y para protegernos.

Desafortunadamente muchos de nosotros no hemos aprendido a poner límites, y esto tiene que ver con no saber protegernos, no saber poner límites a nuestros empleados, a nuestros jefes, a nuestros vecinos, a las personas que nos dan algún servicio.

Para poner un límite generalmente la gente piensa que se requiere ejercer violencia, agresividad y por tal motivo suele esperar hasta que la situación estalle. Mientras tanto los límites se van poniendo flojos, elásticos y parece que no existen. Esto causa mucho desconcierto a las personas que dependen de nosotros, especialmente a los hijos. La palabra clave es Firmeza, y la firmeza tiene que ver con la Seguridad interna, con autoestima.

¿Fácil de decir verdad? Mucha gente confunde esta seguridad con estar enojados, y la única forma como ponen límites es enojándose.

¿Te gustaría poder poner límites sin necesidad de llegar al enojo, incluso hacerlo con cercanía?

Te doy a continuación algunas ideas para resolver este dilema.

1) Lo primero que hay que entender es que al ponerle a tu hijo un límite no lo estás perjudicando, sino al contrario, le estás enseñando a cuidarse para que pueda ejercer su libertad en forma responsable y segura. Entonces un límite adecuado ayuda a tu hijo a sentirse seguro y cuidado por ti.

2) Los límites van de acuerdo a la edad. Evidentemente no se le va a poner el mismo límite a un niño de 4 años que a un adolescente. Los límites van de acuerdo a su desarrollo y capacidades.

3) Qué de los castigos? El castigo no tiene sentido para poner límites de forma humanista. Es mucho más formativa aplicar consecuencias a los actos. Por ejemplo, si lo tiras lo recoges. Es muy importante encontrar consecuencias lógicas a los actos de los niños ya que de esa manera los hacemos responsables. Es razonable, de acuerdo a la edad y capacidades del niño que en cierta medida resuelva el daño que haya podido hacer.

4) Es válido golpear? La respuesta es NO. Aunque los castigos físicos pueden funcionar aparentemente de manera coercitiva, las heridas emocionales que dejan pueden durar toda la vida. Considero que la violencia física o emocional hacia un ser humano no ayuda a crecer y lastima la seguridad y autoestima. Poner límites de ninguna manera significa ser cruel ni ensañarnos con los niños.

5) ¿Es válido dejarle de hablar? Desde luego que no es válido, el poner una consecuencia no tiene nada que ver con desamor, y algo que puede dañar muchísimo a un ser humano es la desconfimación (no hacerle caso). De ninguna manera “castiguemos” a nuestros hijos quitándoles el afecto o la atención.

6) En ningún momento se debe “castigar” quitando al niño actividades que le permiten su desarrollo personal. Por ejemplo, no se vale castigarlo quitándole el entrenamiento de fútbol, o no llevándolo a su clase de canto.

7) Es importante no humillarlo, ni ridiculizarlo, ni exponerlo a “castigos” degradantes. Puede llevarse toda la vida tratando de curar estas heridas.

8) ¿Te sucede que cuando estás contento si se trata de permitir “todo se vale” y cuando estás enojado “nada se vale”? Es curioso cómo permitimos que nuestro estado de ánimo intervenga en nuestra manera de poner límites. Lo ideal es que las reglas sean claras independientemente de nuestro estado de ánimo, así como las consecuencias.

9) ¿Qué aprende un niño al ponerle límites adecuadamente? El niño aprende valores (orden, limpieza, respeto), aprende a comportarse de forma segura. Los límites les permiten aprender a organizarse, a tener buenos hábitos que los ayuden a vivir mejor. Aprende a confiar en ti, pues lo respetas, lo cuidas, le atiendes.

10) Límites y Claridad. Cuando pongas un límite es muy importante estar muy claro de hasta dónde es el límite. Por ejemplo, si tu hijo está jugando un videojuego, necesitas antes de expresarle el límite saber en tu interior cuánto tiempo le vas a dejar juagar (y ponerte de acuerdo con tu pareja), teniendo claridad tú, es importante que expreses claramente el límite por ejemplo “Te voy a dejar jugar 45 minutos.” y algo importantísimo, cumplirlo. Por eso no pongamos límites ni consecuencias que no podamos cumplir.

11) Límites y constancia. Poner límites es una labor de paciencia, consistencia y constancia. Aunque estemos cansados, o en ese momento no queramos conflictos, el límite sigue igual

12) Límites y Congruencia. ¿Se te hace congruente decirle a tu hijo que no debe fumar si tu fumas?¿O que no coma en la sala si tu lo haces?¿Crees que le basta con decirle, “Es que yo ya soy grande” ?¿Se te hace lógico que le digas cuando te hablan por teléfono “dile que salí”, pero tu quieres que él te diga la verdad?

13) ¿Pasamos de la Impotencia a la Prepotencia, de la excesiva tolerancia a la intransigencia? Muchas veces venimos de un sistema autoritario y queremos ser distintos con nuestros hijos, de chicos obedecíamos a nuestros padres y ahora obedecemos a nuestros hijos. La potencia se encuentra en la firmeza. Firmeza es mandar a tu hijo el mensaje inequívoco de que el límite no se mueve.

14) Generalmente los límites se pierden en situaciones críticas como un divorcio, ya que los padres pueden tomar la actitud de sobre-proteger desde el dolor o desde la culpa. Los límites dan seguridad, estructura y rigor interno. Les permite sufrir menos estas situaciones críticas. Otras veces es una forma de sabotear al excónyuge, o bien una manera de confirmarme como alguien diferente a quien fue mi pareja.

15) Hay ocasiones en que cuesta mucho trabajo aplicar las consecuencias, pues nos sentimos culpables o nos duele ver a nuestro hijo llorar. Recuerda que el límite se pone con cariño, si la consecuencia que pusiste es equilibrada (no lastima, no degrada, no es exagerada), creo que tal vez te podrías sentir satisfecho de estar educando a tu hijo. La culpa es un sentimiento que no te lleva a nada, resuelve lo que te hace sentir culpable, y trasciende la culpa.

16) Y más sobre la culpa. De ninguna manera es deseable para nuestros hijos enseñarles a sentirse culpables, en ningún sentido esto les ayuda a ser mejores personas. Dejemos de enseñar desde el miedo y la culpa. Es mejor hacerlos responsables, enseñarles a responder por sus actos de acuerdo a su desarrollo.

17) La duda y los límites. Uno de los retos mayores para los padres es cuando se duda sobre los dónde están los límites y cómo poner consecuencias lógicas. Muchas veces somos permisivos cuando tenemos duda, si esto continua acabamos no poniendo límites. Algo que otras veces hacemos es decirle en ocasiones una cosa y en otras otra, y así lo único que logramos es confundir al niño. Por eso es importante superar la duda lo antes posible enfrentándola, platicando con tu pareja, con gente profesional y leyendo. Contéstate estas preguntas, tal vez te aclaren: ¿Cómo este límite puede ayudar a mi hijo a vivir mejor? ¿Estoy satisfaciendo una necesidad de un tercero? ¿Esta consecuencia le ayuda a desarrollarse o más bien lo daña y lastima?

18) Los límites se aplican con afecto. Para poner un límite es necesario atender a nuestros hijos, estar presente, estar ahí. El límite se pone con afecto porque no se pone como último recurso cuando ya estás enojado y la situación se sale de control. Se pone como un cerco protector, y con cariño y al mismo tiempo con firmeza se hace cumplir.

19) ¿Cómo te sientes si vas de noche por una carretera sin señalamientos, ni líneas pintadas en el piso? Los límites son delimitaciones de camino son cercos protectores, dan seguridad.

20) Abreviando: Los límites debe ser: claros, concretos, concisos, cumplidos y congruentes.

21) Para ponerlos se requieren 3 pasos: se habla, se les recuerda, hay consecuencias.

22) Existen 2 características básicas para poner límites: firmeza y cercanía.

23) El límite correctamente aplicado produce sucesivamente:

- Autonomía (empiezan a valerse por sí mismos)

- Libertad (se les puede dar mayor libertad si se comportan adecuadamente)

- Auto-disciplina (pueden desarrollar actividades sin necesidad de presiones externas, esto es fabuloso, es un regalo para toda la vida)

- Auto-control (les permite medirse, y no caer en excesos)

- Rigor interno (les permite levantarse y seguir adelante)

24) Al poner límites a tiempo protegemos a nuestros hijos de alcoholismo, drogas y comportamientos delictivos. Nos protegemos a nosotros al enseñarles respeto, orden, cuidado, generosidad,... en forma congruente y con afecto.

No todos los niños son iguales, ni se trata de estandarizarlos, se trata de ayudarlos a encontrar su mejor potencial.

Nuevamente insisto en el respeto, calidez, afecto, atención y aceptación hacia tus hijos. La comprensión, la cercanía, permitirles expresar sus sentimientos de miedo, alegría, tristeza, enojo y afecto. Poner límites no significa impedirles que se expresen, es enseñarles a hacerlo en forma adecuada.

Entiendo que para hacer esto que te pido se requiere mucha paciencia, mucha constancia, trabajo personal (para no engancharte), amor y dedicación. Y de esto se trata el ser padre y madre.

Leer esta nota en su web original Ayuda Emocional

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